Portafolio

En este blog encontratás los portafolios de las organizaciones conformadas por ciudadanos activos y participativos que realizan su labor de gestores y actores culturales en la ciudad de Bogotá, Colombia.

jueves, 22 de mayo de 2014

El mal negocio de votar por la guerra

(Ave marina. Foto de Rafael Gómez Bedoya)


El negocio de la venganza privada con recursos del erario, o sea, por cuenta de nuestros impuestos, es muy lucrativo. Y por ende, la continuación de la guerra por encargo. Pelechan los traficantes de armas, los guerrilleros infames que financian sus atrocidades con el narcotráfico, las bandas criminales neo fascistas al servicio de intereses mezquinos y, cómo no, la fuerza pública (excluidos los soldados y policías conscriptos que exponen el pellejo a cambio de nada) que recibe sus prebendas del jugoso presupuesto anual para la defensa, cercano a los treinta billones de pesos, sin contar los recursos que recibe del Plan Colombia y otras fuentes.

Las cuentas para el resto del pueblo colombiano, sin embargo, no cuadran: decenas de niños bomba armados de modo cobarde por la guerrilla para que explote en átomos su inocencia, cientos de víctimas desmembradas por las tenebrosas “bacrim”, miles de soldados regulares (no profesionales) utilizados como señuelo por sus superiores para que caigan en las celadas terroristas y que luego son devueltos a sus madres en pedazos o en un cajón cubierto con la bandera de una patria indolente que les niega el mínimo bienestar después de haberlo dado todo por ella, en fin, diez miles, o mejor, cien miles de desplazados por cuenta de la violencia inveterada que nos asuela.

 

Sería interesante cuantificar las pérdidas, ya no digamos humanas, sino económicas que produce la guerra. Al fin y al cabo para los economistas neoliberales todo se reduce a plata. Quizá entonces también ellos verían que la paz puede ser un negocio rentable.

De manera que antes de pasar por la urna, ocurre deliberar sobre la utilidad de nuestro voto de cara al proceso de paz en ciernes.  Por mi parte, daré un voto de confianza para que algún día se acabe la guerra en este país tan atribulado por las armas.

miércoles, 21 de mayo de 2014

Diccionario del diablo, edición electoral: letra A

 
(Avispero en la ribera del río Calandaima, Apulo, Cundinamarca. Foto de H. Darío Gómez A.)


Por estas calendas electorales (y por abulia creativa ante nuestra patética contienda presidencial), se me ha ocurrido seleccionar algunas definiciones del “Diccionario del diablo”, donde  Ambrose Bierce, siempre tan acido, describe la realidad politiquera que gobierna nuestros destinos.  Por cuestión de espacio sólo transcribo las proposiciones de la letra A, aplicables (a mi juicio) a nuestro lamentable estado de cosas.
Abandonado, s. y adj. El que no tiene favores que otorgar. Desprovisto de fortuna. Amigo de la verdad y el sentido común.
Absoluto, adj. Independiente, irresponsable. Una monarquía absoluta es aquella en que el soberano hace lo que le place, siempre él plazca a los asesinos (…)
Absurdo, s. Declaración de fe en manifiesta contradicción con nuestras opiniones. 
Adherente, s. Secuaz que todavía no ha obtenido lo que espera.
Admiración, s. Reconocimiento cortés de la semejanza entre otro y uno mismo.
Admitir, v. t. Confesar. Admitir los defectos ajenos es el deber más alto que nos impone el amor a la verdad.
Adoración, s. (…) Forma popular de la abyección que contiene un elemento de orgullo.
Adorar, v. t. Venerar de modo expectante.
Africano, s. Negro que vota por nuestro partido.
Alianza, s. En política internacional la unión de dos ladrones cada uno de los cuales ha metido tanto la mano en el bolsillo del otro que no pueden separarse para robar a un tercero.
Amistad, s. Barco lo bastante grande como para llevar a dos con buen tiempo, pero a uno solo en caso de tormenta.
Amnistía, s. Magnanimidad del Estado para con aquellos delincuentes a los que costaría demasiado castigar.
Antiamericano, adj. Perverso, intolerable, pagano.
Antipatía, s. Sentimiento que nos inspira el amigo de un amigo.
Año, s. Período de trescientos sesenta y cinco desengaños.
Apelar, v. i. En lenguaje forense, volver a poner los dados en el cubilete para un nuevo tiro.
Aplauso, s. El eco de una tontería. Monedas con que el populacho recompensa a quienes lo hacen reír y lo devoran.
Arena, s. En política, ratonera imaginaria donde el estadista lucha con su pasado.
Aristocracia, s. Gobierno de los mejores. (En este sentido la palabra es obsoleta, lo mismo que esa clase de gobierno). Gentes que usan sombrero de copa y camisas limpias, culpables de educación y sospechosos de cuenta bancaria.
Arrepentimiento, s. Fiel servidor y secuaz del castigo. Suele traducirse en una actitud de enmienda que no es incompatible con la continuidad del pecado.
Audacia, s. Una de las cualidades más evidentes del hombre que no corre peligro.
Ausente, adj. Singularmente expuesto a la mordedura de la calumnia; vilipendiado; irremediablemente equivocado; sustituido en la consideración y el afecto de los demás.

martes, 6 de mayo de 2014

Siguiéndole la cuerda al escritor Fernando Vallejo

Voto en blanco en la primera vuelta de las presidenciales

(Créditos foto: Konnor, www.morguefile.com)


Aunque me pareció absurdo tener que pagar una boleta para mirar en la Feria del Libro de Bogotá los mismos ejemplares que la señora Albita me permite ojear gratis (aun sin comprarlos luego) en la librería Lerner, ayer domingo 4 de mayo salvé lo de la entrada escuchando en vivo y en directo la diatriba del escritor Fernando Vallejo contra nuestra roñosa clase política. Y, en efecto, me convenció de votar en blanco en la primera vuelta de las elecciones presidenciales del próximo 25 de mayo. Más aún cuando el controvertido personaje nos puso de presente que:

“Nosotros tenemos la oportunidad de darles una lección a estos sinvergüenzas en la primera vuelta”, 

“Una sociedad no se puede manejar con el voto en blanco porque alguien tendrá que poner orden, alguien tendrá que subir, pero que llegue debilitado para que no nos atropelle”.   

Contundente y práctico consejo.