(Foto extractada de El Tiempo)
“Luto
por muerte del padre que ayudó a los niños y jóvenes de la calle
El
padre Javier de Nicoló murió a las 11 de la noche de este martes, informó la
Comunidad Salesiana., El Tiempo, miércoles 23 de marzo de 2016”
Por: H. Darío Gómez A.
Se nos murió el padre Javier de Nicoló. Este buen salesiano, por más señas italiano, de la estirpe de Don Bosco, hizo más por la juventud desamparada de Bogotá durante los últimos cincuenta años que todos los gobiernos de la ciudad en su historia republicana. Sin embargo, algún burócrata de turno decidió un día apropiarse de su obra, el IDIPRON (Instituto Distrital de la Protección de la niñez y la juventud), quizás para lucrarse de los réditos políticos que produce tan importante obra social.
Mas es lo cierto que del fango (de la corrupción y el escándalo) develado por estos días en la iglesia católica mundial por cuenta de algunos de sus representantes terrenales, surgió como una hermosa flor la obra encomiable del padre Javier de Nicoló en beneficio de los gamines o jóvenes habitantes de la calle, como se les dice ahora con eufemismo digno de mejor causa. Este buen curita, sin perjuicio de su voto de castidad, tuvo más hijos que los patriarcas venerables del antiguo testamento. Se cuentan por miles las muchachas y muchachos en condiciones vulnerables que recogió de las calles, acogió en su institución y resocializó para salvarlos del lumpen y la desesperanza.
Los colombianos en general y los bogotanos en particular, le debemos agradecimiento del tamaño de una catedral a este descendiente espiritual de San Francisco de Sales. No le alcanzará para ser santo según el proceso canónico permeado por veleidades políticas terrenales, pero su obra permanecerá viva en nuestro corazón. De ello dieron cuenta miles de muchachas y muchachos de 12 a 50 años, sus hijos, que llenaron la catedral hasta el atrio y la plaza, acompañando con sus cantos alegres la despedida del cuerpo terrenal del curita que en vida fue un bacán.
Hasta siempre, padre Javier.