(Humedal de la Conejera, Bogotá, D.C., Foto de H. Darío Gómez A)
Por: H. Darío Gómez A.Comparto con ustedes dos poemas que considero paralelos, aunque escritos en hemisferios diferentes.
Sus autores son dos poetas contemporáneos entre sí, que tienen en común la facultad de hallar en los seres aparentemente insignificantes y en las cosas pequeñas, la grandeza del universo: Atahualpa Yupanqui y Harry Martinson, argentino y sueco respectivamente.
Ambos poemas son, a mi juicio, el epítome de la sabiduría que regalan los años sólo a los hombres inteligentes. Juzguen ustedes el paralelo.
Los ejes de mi carreta, (A. Yupanqui)
"Porque no engraso los ejes
Me llaman abandona'o ...
Si a mi me gusta que suenen,
¿Pa qué los quiero engrasaos ?
E demasiado aburrido
seguir y seguir la huella,
demasiado largo el camino
sin nada que me entretenga.
No necesito silencio.
Yo no tengo en qué pensar.
Tenía, pero hace tiempo,
ahura ya no pienso mas.
Los ejes de mi carreta
nunca los voy a engrasar... "
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Así de sencillo, (H. Martinson)
"La gente estaba indignada con el viejo del molino por el musgo que cubría la rueda del molino.
Lo llamaban ruinoso verdor.
El viejo del molino los dejaba estar.
Pensaba: de todos modos pronto descansaré en mi tumba.
Y cada generación tiene su propio musgo
que sin embargo, al final, juzga inútil defender, como yo
" (...)
Si no, podría haberles dicho que es bueno que el musgo cubra una rueda de molino de madera,
eso impide que la sequedad la agriete y la raje.
Así de sencillas suelen ser las cosas, todas aquellas cosas que uno en silencio sabe, pero sobre las que considera inútil hablar."
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