Les comparto esta divertida paráfrasis
del “preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj”, de Julio
Cortázar, escrita y leída por el realizador de Cine y Televisión Alejandro
Gómez, donde trae a valor presente nuestra absurda dependencia de ese
adminículo, que ahora no es el reloj sino el inefable teléfono celular.
Por: Alejandro Gómez Bedoya
Piensa en esto: cuando te regalan un celular te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el celular, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, gringo con las últimas aplicaciones; no te regalan solamente ese menudo rectangulito que cargarás en el bolsillo y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que unir a tu cuerpo como un alterego desesperado vibrando y sonando todo el tiempo. Te regalan la necesidad de cargarlo todos los días, la obligación de cargarlo para que siga siendo un celular; te regalan la obsesión de atender a WhatsApp o a Facebook o a tus fotos, o al servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu celular con los demás celulares. No te regalan un celular, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del celular.
Preámbulo a las instrucciones para cargar el celular
Por: Alejandro Gómez Bedoya
Piensa en esto: cuando te regalan un celular te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el celular, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, gringo con las últimas aplicaciones; no te regalan solamente ese menudo rectangulito que cargarás en el bolsillo y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que unir a tu cuerpo como un alterego desesperado vibrando y sonando todo el tiempo. Te regalan la necesidad de cargarlo todos los días, la obligación de cargarlo para que siga siendo un celular; te regalan la obsesión de atender a WhatsApp o a Facebook o a tus fotos, o al servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu celular con los demás celulares. No te regalan un celular, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del celular.