Por H. Darío Gómez A.
Todo empezó por la nostalgia, esa memoria vital estudiada por Bergson. Rodrigo nos habló un día del tren y de la dicha de perderse en el vagón bar durante las casi 24 horas que duraba el viaje entre Bogotá y Santa Marta en el Expreso Tayrona. Yo recordé un viaje en tren de Medellín a Bogotá en compañía de mis hermanas, y mi temor de niño cuando anocheció, en pleno día, en el interminable túnel de la Quiebra. Paola no recordó nada porque ella es joven y cuando nació, el tren ya iba de retirada. Nos dio rabia al pensar que vivimos en un platanal sin tren. “No joda”, dijo Rodrigo, “tenemos que escribir acerca del tren”. Yo lo corregí y propuse escribir más bien acerca de la falta del tren y así rascarnos el prurito. Paola, que es nuestro ángel de la guarda, dijo que ella haría las fotos. Pero, si en Colombia no hay tren, ¿entonces de qué vamos a hacer las fotos?. Pues de los vestigios del tren. Así empezó todo.
LLegando a Cachipay hay un puente...
Y sobre el puente, un ferrocarril fantasma.
En Fontibón encontramos una perla Art Deco: la Estación del ferrocarril.
En la Esperanza, la manigua se tragó la casa de los trabajadores de la Estación.
Aparición de la Virgen del Carmen, patrona de los pensionados ferroviarios, en la Esperanza.
Vestigios de la Estación de Puente Nacional, Santander.
Borges afirmó que ser colombiano es un acto de fe. Creer que en Colombia hubo alguna vez tren, es otro acto de fe. Nos remitimos a sus vestigios. Esta crónica apenas comienza.
Todo empezó por la nostalgia, esa memoria vital estudiada por Bergson. Rodrigo nos habló un día del tren y de la dicha de perderse en el vagón bar durante las casi 24 horas que duraba el viaje entre Bogotá y Santa Marta en el Expreso Tayrona. Yo recordé un viaje en tren de Medellín a Bogotá en compañía de mis hermanas, y mi temor de niño cuando anocheció, en pleno día, en el interminable túnel de la Quiebra. Paola no recordó nada porque ella es joven y cuando nació, el tren ya iba de retirada. Nos dio rabia al pensar que vivimos en un platanal sin tren. “No joda”, dijo Rodrigo, “tenemos que escribir acerca del tren”. Yo lo corregí y propuse escribir más bien acerca de la falta del tren y así rascarnos el prurito. Paola, que es nuestro ángel de la guarda, dijo que ella haría las fotos. Pero, si en Colombia no hay tren, ¿entonces de qué vamos a hacer las fotos?. Pues de los vestigios del tren. Así empezó todo.
LLegando a Cachipay hay un puente...
Y sobre el puente, un ferrocarril fantasma.
En Fontibón encontramos una perla Art Deco: la Estación del ferrocarril.
En la Esperanza, la manigua se tragó la casa de los trabajadores de la Estación.
Aparición de la Virgen del Carmen, patrona de los pensionados ferroviarios, en la Esperanza.
Vestigios de la Estación de Puente Nacional, Santander.
Borges afirmó que ser colombiano es un acto de fe. Creer que en Colombia hubo alguna vez tren, es otro acto de fe. Nos remitimos a sus vestigios. Esta crónica apenas comienza.
Te tengo la fotos en el Desierto de la Tatacoa
ResponderEliminarQué chévere, negrito. ¡A ver las fotos!
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