(diente de león, créditos foto: www.taringa.com)
(*)
El asterisco es una flor de tinta atrapada en un folio.
Se me ocurre que algún leguleyo inveterado le atribuyó (en día aciago) al indefenso asterisco, el uso mezquino que le da la segunda acepción del diccionario de la RAE “para indicar que una forma, palabra o frase es hipotética,(…)” Según eso, el asterisco es una entelequia, una cosa irreal, (para seguir con las segundas acepciones de la RAE).
Y esa triste flor ortográfica, el asterisco, digo, después de ser embalsamado con tinta indeleble por algún rábula, según creo, fue esclavizado entre dos paréntesis para llamar eternamente a engaño a los incautos. Para erigirse en el signo oficial de la trampa impresa.
Hoy vemos al pobre asterisco debutando de calanchín en las abstrusas ofertas de los supermercados y en los folletos falaces de los operadores de telefonía celular.
El asterisco es el bufón de la excepción, el sofisma del ardid, la condición resolutoria del tejemaneje. Pobre asterisco.
Un día de estos saldré con un borrador de tinta y una espátula vengadora para liberar al asterisco de los paréntesis constrictores que lo atormentan, y así devolverlo al espacio aéreo para que recupere su ingrávida condición de hélice libérrima o de inflorescencia de diente de león, digna de mejor causa.
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