Revisando mis papeles encontré el siguiente texto escrito hace unos 35 años:
“A la hora del almuerzo los oficinistas escriben poemas de amor que dejan olvidados en el bolsillo de la camisa. Y luego, cuando lavan sus chiros en el baño del cuartito de alquiler, ahogan sin querer su tierna lírica entre el platón de la ropa en remojo”.
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