Por: Darío Gómez
Un día me dio por explorar
la posibilidad de crear un blog para consignar en él mis experiencias de peatón
bogotano, y poder compartir con otros mi amor -indescifrable y complejo- por la ciudad. Así nació
hace dos años “Con la pata al suelo”,
un hijo que se crió a pesar de mi pesimismo inveterado y de mis conocimientos
tecnológicos más bien escasos. Pero el amor lo puede todo y la persistencia,
como se sabe, termina logrando su objetivo. ¡Y
ahí tá!
Quizá la mejor presentación
de este gestor cultural en ciernes, sea una invitación a visitar el blog www.lapataalsuelo.blogspot.com
A continuación transcribo la
primera entrada del blog en cuestión, que, de alguna manera, resume el objetivo
de mi emprendimiento cultural en el sentido de contribuir a formar ciudadanos
que conozcan, reconozcan y quieran a su
ciudad.
GUÍA
ZURDA DE BOGOTÁ
Bogotá no es sólo una
ciudad. Es una ciudad múltiple como la inflorescencia de una espiga de trigo.
En efecto, contiene ciudades sutiles, escondidas, continuas e invisibles como
las descritas maravillosamente por Italo Calvino. También las hay políticamente
correctas, incorrectas, aburridas, tristes, encantadoras, insulsas y sórdidas.
Pero al igual que la mujer del alma, la ciudad de nuestros afectos ha de ser
amada integralmente: sin beneficio de inventario. Es decir, con lo bueno y con
lo malo que, al final, siempre tiene algo positivo. No puedo, en consecuencia,
dejar de nombrar los lugares sórdidos o escondidos de mi ciudad que me han
producido estremecimientos. Por tal razón es zurda esta guía que les presento.
Pero también lo es por mi tendencia natural a servirme preferentemente de la
mano izquierda según reza el diccionario. Y sigo siendo zurdo a pesar de mi
maestra de primer grado en el Colegio Calasanz, que me golpeaba con una regla
en la mano izquierda para arrancarme de raíz (seguramente con la mejor
intención) mi proclividad a lo siniestro. Y ya que estoy haciendo confesiones,
debo admitir que a punta de reglazos aprendí a escribir con la mano derecha.
Pero una vez libre de la represión de mi profesora, y por rebeldía, jamás volví
a utilizar la diestra. Aparte de mi horrorosa caligrafía creo no tener otras
deformaciones en el carácter atribuibles a la férula de la señorita Rodríguez.
Sin embargo, así es como en ocasiones el destino de un sujeto queda decidido.
Pero volvamos a lo importante. Esta atrevida guía zurda de Bogotá, decía, no hará referencia a la ciudad editada sin mugre en las melifluas guías de turismo, sino a la ciudad visceral, más humana, que subyace bajo la piel desgarrada del altiplano. Que no se llame a engaño el lector que esperaba encontrar referencias al centro comercial lujoso, a la zona rosa, al Country Club, en fin, a lo previsible y aburrido.
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